jueves, 4 de abril de 2013

REFLEJO



Me dirigía a casa después de una interminable jornada de trabajo, viajaba en el mismo vagón que de costumbre, de pronto, observé un rostro reflejado en el cristal de la ventanilla del tren, un rostro sereno y apacible que, me miraba fijamente. Unas sombras recorrían su ojerosa mirada que se desvanecía por momentos, en ese instante, yo, le devolví la mirada trazando su figura; su silueta era delgada, tal vez hasta demasiado huesuda diría yo. Por un momento creí que iba a decirme algo, pero imaginé que no se atrevió, o simplemente no tendría fuerzas para hacerlo. De nuevo alcé la vista, y allí continuaba reflejada, cabizbaja. Un moño recogía las hebras de su enmarañado y canoso cabello, yo, no podía dejar de mirarla, era como una fuerza que me atraía, como si aquel rostro me fuera familiar, o como si desprendiera una luz misteriosa y quisiera hablarme a través del cristal.
Comencé a imaginar como habría sido su vida, quizá hubiera existido una época en la que fue hermosa, pues a pesar de la tristeza que reflejaban sus pupilas, se dejaba entrever una tierna y dulce luminiscencia azul en sus ojos. Quise leer entre las arrugas de su piel, pero me distrajo el impetuoso silbido del tren, al mismo tiempo que sonaba un fuerte crujido, como si el cristal se hubiera roto en mil pedazos. Cerré los ojos con fuerza y volví a mirar el rostro de la anciana que se iba definiendo cada vez más, froté mis ojos, parpadeé varias veces y, el corazón se me encogió, no pude evitar el desgarro de una lágrima al darme cuenta de que, aquel rostro al que llevaba tiempo observando, era el mío propio.

El tiempo pasa, o como decía mi querida abuela: 
“Somos nosotros los que nos pasamos, el tiempo, el tiempo siempre es el mismo”.

Consejo: Tic tac, tic tac, date prisa en vivirlo, porque cuando te des cuenta, serás un rostro irreconocible, un reflejo en el cristal de la ventanilla de cualquier tren olvidado.

Luisa © /2012/  Del poemario:"Esperándote"



miércoles, 3 de abril de 2013

LA NOCHE


Un constante martilleo golpea mis sienes
perturbando mi sueño sobre el palpito de mi almohada.
¿Cuándo cesará esta bomba de relojería que estalla cada noche en mi cabeza?
Mis parpados agotados se cierran y se abren desmedidamente con el deseo de  conseguir un sueño sosegado, pero el tintineo en mi nuca se enfatiza cada vez  más; sueño que me balanceo en un barco a la deriva, no dejo de tiritar, y no es el frío el que  produce este incesante vaivén en mi cuerpo desnudo, ¡NO!, es la angustia de saber que no te tengo.
Tiemblo; palpito, me balanceo… ¡ESTALLO!, porque sé, que, tengo que proseguir la vida,  “MI VIDA”, sin ti, y no sé si podré conseguir semejante logro.

Luisa © Del poemario: "La vida prosigue"