Soy una yonqui de las letras. No puedo dejar de escribir, mis dedos necesitan fumarse esos canutos de tinta a diario. Inyectarme altas dosis a cualquier hora del día o de la noche. Soy dependiente,
adicta a esta dulce sustancia que me posee de locura, demencia, delirio...
o yo que sé.
Lo reconozco, y me confieso, sí,
soy adepta a esta hermosa y extasiada droga llamada poesía.
Una adicción sana y que hace feliz.
ResponderEliminarCreo entenderte.
Un abrazo.
HD
Un abrazo, Humberto, gracias por entenderme.
ResponderEliminar