Llegamos al amanecer,
el cielo nos miraba detenidamente
con sus ojos nebulosos de color grisáceo,
mientras la ligera lluvia nos salpicaba los rostros
de entusiasmo y nos despertaba desperezándonos del largo viaje.
Las saetas del colosal Big Ben parecían decirnos:
Tic tac tic tac, sí, es cierto, por fin estáis en Londres, danzar bajo
la lluvia y vivir este sueño hecho realidad.
Luisa LG
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